01 marzo 2016

Patata a Patata por Eindhoven

Ya se han disputado los partido de ida de los octavos de final de la Champions League con un balance de dos victorias y un empate para los equipos españoles que aún quedan en liza. El empate lo cosechó el Atlético de Madrid en su visita al precioso Philips Stadion de Eindhoven tras disputar otra patata de partido a la que nos tiene acostumbrados en esta temporada; patata que pude presenciar en directo. Fue un viaje que no estaba previsto puesto que el alto precio de la entrada (50€) y del vuelo chárter de ida y vuelta en el día de las peñas (375€), junto al escaso fútbol desplegado por el equipo esta temporada, no invitaba a rascarse el bolsillo; pero un cambio de última hora en el que por el mismo precio se viajaba el día anterior con el equipo, hizo que me animara a acompañar a Paco y Sergio y a Santi que iba directo desde las islas afortunadas, y al equipo, claro.

Quedamos a las 08:00h en Cuatro Caminos para dirigirnos al aeropuerto en el que había que estar a las 09:00h-9:30h y ahí estábamos los primeros a las 08:30h como unos campeones, el vuelo no se nos escapaba. A las 10:30h cogimos las regaderas jardineras y embarcamos en el Francisca Acera (nombre de la madre del fundador de Air Europa), el primer avión europeo con todos los asientos de clase "business", solo los asientos. Entramos por la puerta trasera del avión para situarnos en su parte trasera que se encontraba separada por unas cortinas que cortaban el paso a la otra parte del avión donde se situarían el equipo, sus familiares, los periodistas, los que pagaron 850€... y no sé quién más. Tras llegar el equipo y embarcar por la puerta delantera, el avión despegó en hora y cogimos rumbo a Eindhoven.

El vuelo se pasó volando, nunca mejor dicho, entre discusiones de si el equipo ha jugado bien algún partido esta temporada o si Torres debe renovar, mejor dicho, ficharle, solo interrumpidas por las amables azafatas que nos ofrecieron un mini-brioche de jamón y queso y una mini-cerveza Mahou, cómo no, que nos querían cobrar; y las visitas que Koke o el gran Antoñito Ruiz hicieron a la parte de atrás.

Aterrizamos en el pequeño aeropuerto de Eindhoven pasadas las 13:30h y mientras Silvia Barba hacía su entradilla para el TD1, los jugadores ya estaban subidos en el bus que les llevaría al Pullman Hotel (¿qué harán tantas horas en el hotel?).
Nosotros nos dirigimos al Best Western montados en el bus cuyo trompibusero intentaba arreglar el micro mientras conducía.

Una vez solucionada la incidencia de la habitación triple que se convirtió en una doble y una individual ya eran las tres de la tarde y salimos a la ardua búsqueda de algo de comer bajo una intermitente llovizna. Finalmente, tras recorrer la en ese momento desierta Stratumseind, que es la calle de bares más larga de Holanda, llegamos al Markt donde encontramos las cada vez más extendidas cervecerías que ofrecen snacks, hamburguesas, sandwiches y variados de fritanga; y degustamos unos nachos y unas hamburguesas regadas por unas Jupiler y unas Witte Trappist.

Salimos y ya estaba atardeciendo. Decidimos acercarnos al estadio que se encuentra a nada del centro. El juego de luces rojiblancas en su fachada le da un aire moderno a un estadio construido en 1903 y en el que caben 35.000 espectadores que siempre registra llenos. Hay que tener en cuenta que Eindhoven cuenta con 200.000 habitantes, más o menos como Castellón.

Pudimos ver desde fuera al equipo entrenando; el Cholo realizando centros desde banda. Mientras esperábamos la salida de los jugadores nos dimos una vuelta por los alrededores. En el fondo norte nos encontramos con dos valencianos encargados de las vallas de publicidad que por lo que se ve tienen que ser de medidas standard UEFA y esta empresa levantina las proporciona a varios clubes. Se pasan el año recorriendo diferentes ligas y divisiones europeas.

Volvimos a la puerta de salida de los jugadores donde habría una veintena de personas aguardando. El primero que salió fue Gámez, después Oliver con el jovencísimo Lucas, Moyá, Gimenez, Mati, Gabi, Koke... los VIP... unos se paraban más que otros, pero todos sí que paraban a los pies de la cámara de la unica chica que había y que les solicitaba insistentemente. Mención especial a Giménez que fue de los que más se paró junto a un Torres que es todo un señor.


Con el que pudimos hacernos una foto fue con el Mono Burgos al que pedimos que volvieran esas jugadas de estrategia tan trabajadas y fructíferas, visto que el juego no aparece.


No terminamos de ver salir a todos los jugadores porque se acercaba la hora Champions y había que coger sitio en el irlandés de Eindhoven, este se llamaba O'Neils O'Shea. La Juve y Bayern empataron y el Barça ganó al Arsenal. No sabíamos con quien iba la gente que abarrotaba el local, la verdad, sobre todo se oían expresiones de asombro como si aquello fuera la ópera.
Finalizados los partidos parecía que el día tocaba a su fin, pero de camino al hotel encontramos una barra con un bar en el que se encontraban varios atléticos y también algún que otro extranjero, entre ellos, dos turcos de Ankara que ponían por las nubes a Arda Turan, no es para menos. Allí pasamos unas horas con las aficionadas atléticas proclamando que "lo que pasa en Eindhoven, se queda en Eindhoven".





Al día siguiente amaneció con un sol brillante que animaba a dar un paseo por la ciudad, ciudad arrasada en la 2ª Guerra Mundial y es que allí se encontraba la fábrica de Philips, que fabricó para los nazis. Pasamos por el hotel del equipo donde 4 aficionados esperaban a la salida para el paseo de los jugadores. Entramos en la iglesia de Santa Catalina donde pudimos disfrutar de un concierto de unas niñas de la parroquia.


Tampoco había mucho que ver y, para matar el tiempo enfilamos hacia el Museo Philips cruzando por el Bergen. La entrada de 8€ no se amortiza la verdad. El museo tiene alguna curiosidad como el mítico juego de Atari de Ping Pong.

De ahí fuimos a comer y buscando un sitio, acabamos en el sitio de al lado del día anterior. En el Markt ya se empezaba a ver a atléticos que llegaban ataviados de banderas y bufandas. Había holandeses haciendo negocio vendiendo bufandas, bastante feas, del partido.




Terminamos de comer y nos instalamos en la plaza para vivir el ambiente cuando al fondo se empezaron a oir cánticos, eran los integrantes de la peña del 17 de Mayo, los mismos que nos tocaron detrás en el avión de Londres, que llegaban a la plaza. Fueron los que empezaron a darle colorido a la plaza, plantaron una mega bandera de España en el centro de la plaza y muchos más empezaron a plantar las diferentes banderas que traían, hasta una búlgara que pensaba que era por aquello de Petrov, pero no. Aproveche a dar una vuelta para ver si encontraba algún sitio donde comprar algo para el partido, pero no encontré ningún supermercado, solo me crucé a los aficionados del PSV que se hallaban concentrados en la ahora poblada calle Stratumseind; en el video se puede observar el ambientazo que reinaba en la zona.

Volví a la plaza donde cada vez se concentraban más aficionados rojiblancos, entre ellos, Santi que por fin llegó después de un viaje de más de 7 horas desde que salió de su casa. Los cánticos (Te quiero Atleti, Vamos a dar la vuelta a todo el mundoMuchacho, Muchacho bis,  y las bengalas empezaban a proliferar, con ellas los policías. Se acercaba la hora del partido y había que decidir si ir al hotel desde nos llevarían en bus o quedarnos en la plaza e ir con todos los aficionados.

Decidí acercarme yo solo al hotel para así poder aprovisionarme de unos calcetines para combatir el frío y de paso comprar algo de comer para el partido y encontrar el prosciutto que me habían pedido. Allí estaba el trompibusero todo feliz porque había conseguido arreglar el micrófono con el cuál el guía pudo amenizarnos, o más bien atronarnos, el trayecto hasta el estadio con los himnos del Atleti. El bus nos dejó dónde nos iba a recoger después del partido y fuimos a la puerta de entrada de los aficionados del equipo visitante que bien se podría llamar la ratonera. La gente se agolpaba alrededor de la única puerta de acceso. El proceso iba lento porque se verificaba uno a uno la identidad de los aficionados y eso provocaba que la gente se fuera alterando poco a poco a medida que se acercaba el comienzo del partido y que hacía efecto la ingesta de alcohol. Unos se colaban, otros preguntaban si valía la tarjeta de crédito y otros, extranjeros, iban con un taco de carnets con un número de socio bastante alto, lo cual indicaba que se lo habían sacado para poder acudir al partido.

Finalmente conseguí acceder a la ratonera y allí se debía pasar un torno, lo cual suponía otro tapón y una situación que, en el caso de que cundiera el pánico o a alguien le diera por liarla, podría haber sido fatal. Pasado el torno se subían unas escaleras y tocaba el cacheo, a mi me cacheó una mujer y afortunadamente el embutido y barras de pan que llevaba no me lo requisaron. Empecé a subir y subir escaleras, eso parecía el ascenso a la cúpula de Brunelleschi, y por fin llegué a la jaula situada en un córner del estadio; allí un operario me indicó que me sentara donde quisiera, así que me dispuse a buscar a los compañeros y los encontré. La jaula, como decía Paco, es como ver un partido en el plus, estaba toda acristalada y de frente una red tipo de tenis que dificultaba enormemente distinguir a los jugadores, todo por 50€, hay que recordarlo, eso sí la música magnifica, pero para eso te vas a una discoteca. Una vez instalado pude conectarme a la wifi del estadio para no perderme ninguno de los comentarios de Antoñito Ruiz en la COPE. Empezó un juego de luces y sonido previo a la salida de los jugadores y el siempre excitante himno de la Champions. La jaula estaba repleta de aficionados atléticos y banderas que animaban al equipo.
El partido comenzó con un Atleti bastante enchufado y dos oportunidades marradas por Vietto, que esperemos que la noche madrileña no termine de confundirle, y Griezmann. Fue una primera parte bastante equilibrada en la que los holandeses también se podían haber puesto por delante en el marcador, pero Oblak lo evitó sacando una mano prodigiosa, poco se habla de él. En el descanso dimos cuenta del avituallamiento mientras algunos aficionados bajaban las interminables escaleras para ir al baño o comprarse algo de comer. En la segunda parte, el partido seguía equilibrado y el Cholo dio salida a Torres a ver si con su experiencia encontraba un hueco en la ordenada defensa rojiblanca. Godín conseguía marcar a la salida de un córner, pero hizo lo de siempre, subirse a la chepa del defensa, y el árbitro pitó la falta. 
Cuando quedaban 20 minutos para el final, el mismo Godín le sacó la segunda tarjeta a Pereira y el PSV se quedó con diez, circunstancia que no pudo ser aprovechada por el Atleti y es que una de las carencias del equipo del Cholo es el ataque en estático. Correa hacía un poco la guerra por su cuenta. Gabi lo intentó con un tiro desde fuera del área. Juanfran y Filipe lo intentaban por la banda pero les faltaba alguien que les desdoblara. Poco se pudo hacer, así que el partido finalizó con un empate a cero muy celebrado por los aficionados del PSV, lo cual indica lo que significa el Atleti en Europa. Tuvimos que esperar 20 minutos para poder salir del estadio y bajar las escaleras sinfín.

A la salida nos obligaron a cruzar por dentro del campo para poder alcanzar el lugar donde nos esperaba el bus.
Aprovechamos a hacer alguna foto del bonito estadio y sus gradas y en los otros córneres se veía a gente en terrazas tomando copas. Nos montamos en el autobús y tomamos rumbo a Schipol donde, tras una copiosa nevada, a la 01:30h ya estábamos embarcados, pero, sin embargo, no pudimos despegar hasta pasadas las 03:00h porque, según comunicó el piloto, los utilleros del equipo tenían que pasar el control del equipaje y tenían que descongelar las alas; al menos el divorciado de Astaná y el pensionista de San Blas, que se levanta a las 11 de la mañana y se va a tomar unas cañas para después tomarse el menú del día, echarse la siesta, volver a tomarse unas cañas y acabar en el pub de un amigo, nos amenizaron la espera contándose su día a día. Así que cerca de las 6 de la mañana estábamos tomando tierra en el aeropuerto Adolfo Suárez Barajas. Salimos por la parte trasera y el equipo por la delantera para preparar el derby rojiblanco en 58 horas.