02 septiembre 2008

La plata más grande jamás contada (o cuando ganar es una vulgaridad)

Nuestro contertvlio Pepe se pone filosófico a cuenta de la final olímpica de baloncesto:
Bueno, desde q acabó la gran final de basket de Pekín me apetecía escribir algo al respecto. Allá va:
El 24 de agosto de 2008 más de 500 millones de espectadores pudieron presenciar el partido de baloncesto más apasionante y asombroso de la Historia. Afortunadamente yo podré decir, "yo vi aquel partido, yo vi a esos héroes".
A un lado el llamado "Equipo de la Redención", el grupo de jugadores más talentoso y hambriento desde aquel irrepetible "Dream Team" del 92. Jugadores consagrados al más alto nivel, fuertes, rápidos, motivados, musculosos, ambiciosos, conjurados por fin como un equipo con la idea de devolver a USA su corona perdida. Devastadores en todos los partidos.
Al otro lado, un equipo dispuesto a pasar a la Historia en su último baile. Jugadores con talento, con técnica, pero sobre todo jugadores con corazón. Llevaban varios años disfrutando juntos pero eran conscientes de que éste iba a ser su último viaje, su despedida del mundo. Y decidieron darse un último gran festín.
Pocos días antes los americanos, insultantemente motivados para destrozar cualquier atisbo de resistencia, habían machacado a los españoles de manera casi infame.
Pero el día 24 nada iba a ser igual. 40 minutos de heroicidad y después...se acabó para siempre.
En la pista faltaba Calderón, guía y director indiscutible. Al poco de empezar Raúl López 3 faltas. Chungo, chungo. Priemer arreón yankee, aplastante. Cualquier equipo habría arrojado la toalla y habría firmado una derrota digna, rápida y poco dolorosa. Pero este equipo no es de este mundo, y decidió no rendirse. Como si hubieran caído en una locura casi paranoica decidieron plantarle cara al ogro y encima en su propio terreno. Es como ir al bosque oscuro a pelear contra el lobo feroz. Como tirarse a la boca del cañón a pecho descubierto. Con un par.
En lugar de intentar ralentizar el partido se lanzaron a una orgía atacante. A por ellos sin trampa ni cartón. Nada de basket-control, nada de trucos que sólo sirven para perder 85-65. A la yugular. A enfadar a la bestia. Para cualquier equipo eso significa, en una final olímpica con los antecedentes y la motivación de los superatletas americanos, ser destrozado 140-70 ante los ojos de medio mundo.
Pero este equipo tiene algo que lo hace especial. La conjura de lo imposible. Navarro se quitó de un plumazo todos sus fantasmas, Felipe se peleó hasta con su sombra, Ricky nos enseñó el baloncesto de dentro de 50 años, Gasol exprimió hasta la última gota de su talento, Rudy le dejó claro a los estupefactos americanos que tendrían que llegar al límite de sudar sangre si querían ganar esa guerra (¿cómo hay que llamar al que vuela por encima de "Superman"?). Y Jiménez.
Jiménez merece mención aparte. Nunca un jugador fue tan importante para un equipo. El viejo capitán, la antítesis del jugador yankee, el que huye de la fama, de los flashes, del show. Lleva toda la vida dedicándose a jugar por el equipo, y en su último día dejó su firma y de qué manera. Se va Jiménez, se va el alma de este equipo. Ya nada será igual. Te echaremos de menos.
El mundo entero fue testigo del más clamoroso paripé arbitral imaginable. ¡¡Cambiar las reglas de un juego de manera unilateral!! Lejos de indignarme, eso me reafirmó más en la épica de lo que estaba viendo. Los nuestros lucharon contra un imposible, sabiendo que era imposible, pero aún así no se rindieron. Como los espartanos de Leónidas.
Una epopeya colectiva. un partido de leyenda. El último baile del equipo más valiente de la Historia.
Perdieron, pero consiguieron que, al final, eso fuera algo totalmente irrelevante. Demostraron que ganar es sólo una parte más del deporte, a veces incluso accesoria. Demostraron que, comparado con la monumental exhibición de coraje, talento y lucha contra lo imposible de los nuestros, ganar el partido se convirtiera en una verdadera vulgaridad.

Luiso también quedó admirado con el partido:
Excelente reflexión amigo PePe. Debo reconocer que solo ví el último cuarto pero fue más que suficiente para sentir, gritar, sufrir, aplaudir. vibrar y animar a nuestro eternos ÑBA (siempre serán recordados). Sin duda se me quedaron grabados dos momentos: el mate espectacular a una mano de Rudy sobrevolando americanos como si fueran enanitos endebles y el lanzamiento de triple de Jiménez que no entró pero que si lo hubiera hecho podría haber generado un canguelo descomunal a los yanquees – con arbitros comprados y todo.
La ñBA se convirtió en Esparta y todo el mundo recordará su hazaña.

Yellowfin se queda perplejo con el cambio de mentalidad de Pepe:
La persona que ha defendido a Capello hasta la saciedad por su afán resultadista y dice una frase como "ganar se convierte en un vulgaridad"??
Sal de ese cuerpo!!! ¿qué has hecho con mi amigo PePe? Vade retro satanás!!!!

Pepe, "el iluminado":
Este año me toca adoptar el papel de iluso romántico de viejas hazañas. Mi nuevo lema es "Ganar es una vulgaridad"
Con la final olímpica he visto la luuuuuuuz

Snowcop mantiene su fina ironía:
Si, un gran lema adoptado por el equipo olímpico de atletismo o sin ir más lejos el de natación

Yellowfin ahonda en la herida:
O el de Ping Pong

Snowcop:
O el de Judo, q siempre entra en la repesca y la cagaO el de Taekwondo, con las miticas declaraciones del campeon del mundo.

Pepe:
Nuestro verdadero triunfo en natación fue q nadie murió ahogado.
¿Es que no lo entendéis, amigos tertvlianos? Ganar es una verdadera vulgaridad. M.Phelps es el tío más vulgar del mundo.
Lo verdaderamente apasionante son las derrotas tipo Leónidas. Ganar es aburrido. Las mejores historias llegan siempre del lado de los perdedores.
...PD: confieso q he adoptado esta postura desde q he visto q el Atleti va líder...
"Ganar es una vulgaridad"



Javi, recién llegado de tierras niponas, concluye la discusión:

Desgraciadamente no vi el partido. Para los Japos, los juegos olímpicos se reducen a un tío haciendo mariposa, unos pinponistas, unos judokas y poco más (aunque de medallas se fueron bien servidos, pero ni Phelps ni Bolt pudieron ocupar su minuto de gloria en la TV japonesa).
Eso sí, lei las crónicas en el avión y flipé.

No hay comentarios: