Ya han pasado los quince días de rigor y volvemos a recuperar nuestra sección de clásicos.
El elegido para esta ocasión es:
El elegido para esta ocasión es:
CARL LEWIS
Se llama Frederick Carlton Lewis, pero todos le conocen como “El hijo del viento”. Fue la gran estrella del atletismo mundial en la etapa más dorada de este deporte, aquellos años en que cualquier aficionado, sin ser un amante del atletismo, podía recitar sin esfuerzo los nombres de decenas de atletas.
Nació en 1961 en el estado de Alabama, y su precoz desarrollo le puso rápidamente en el centro del atletismo de su país. Su gran explosión se produjo en los inolvidables Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en 1984. Ganó 4 medallas de oro (100, 200, longitud y 4x100), como si fuera la mismísima reencarnación del gran Jesse Owens.
Era el sol al que nadie hacía sombra. Pero, como toda gran historia, necesitábamos al malo de la película. Y ese fue el canadiense Ben Johnson. Era la antítesis de Lewis: tímido, arisco, bajito. Pero en 1987 desafió a King Carl y le arrebató sorprendentemente el oro en los Mundiales de Roma con una marca estratosférica: 9,83 s. El mundo entero fue testigo de la tremenda rivalidad que iba calentando la revancha. Ese segundo y definitivo asalto tuvo lugar en la final de los 100 m de los Juegos Olímpicos de Seúl, 1988. En la carrera más famosa de la Historia, con cientos de millones de espectadores conteniendo la respiración, el gran Carl Lewis vio, atónito, como su odiado rival le volvía a ganar haciendo una marca de otra generación: 9,79 s. El mundo entero entró en estado de shock cuando, días después, se descubrió el doping de Ben Johnson, al que le arrebataron su oro de Seúl, de Roma, y sus récords.
De nuevo el rey tenía su corona. Lewis batió el récord de los 100 m en la final del Mundial de Tokio, 1991, con 9,86 s. Finalmente se retiró tras los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta, con el increíble botín de 9 medallas de oro olímpicas y una de plata. Entre las 9 medallas de oro son especialmente destacables las 4 consecutivas en longitud (Los Ángeles, Seúl, Barcelona y Atlanta). Sin embargo, curiosamente nunca ostentó el récord de esta disciplina, que pasó de las manos del mítico Bob Beamon a las de Mike Powell.
Carl Lewis es uno de los grandes clásicos del deporte mundial porque marcó el cenit absoluto de la gloriosa década del atletismo mundial. Su zancada elegante con las manos extendidas, aparentemente sin esfuerzo, le hicieron merecedor de su eterno sobrenombre. Dejen paso al “Hijo del viento”.
Nació en 1961 en el estado de Alabama, y su precoz desarrollo le puso rápidamente en el centro del atletismo de su país. Su gran explosión se produjo en los inolvidables Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en 1984. Ganó 4 medallas de oro (100, 200, longitud y 4x100), como si fuera la mismísima reencarnación del gran Jesse Owens.
Era el sol al que nadie hacía sombra. Pero, como toda gran historia, necesitábamos al malo de la película. Y ese fue el canadiense Ben Johnson. Era la antítesis de Lewis: tímido, arisco, bajito. Pero en 1987 desafió a King Carl y le arrebató sorprendentemente el oro en los Mundiales de Roma con una marca estratosférica: 9,83 s. El mundo entero fue testigo de la tremenda rivalidad que iba calentando la revancha. Ese segundo y definitivo asalto tuvo lugar en la final de los 100 m de los Juegos Olímpicos de Seúl, 1988. En la carrera más famosa de la Historia, con cientos de millones de espectadores conteniendo la respiración, el gran Carl Lewis vio, atónito, como su odiado rival le volvía a ganar haciendo una marca de otra generación: 9,79 s. El mundo entero entró en estado de shock cuando, días después, se descubrió el doping de Ben Johnson, al que le arrebataron su oro de Seúl, de Roma, y sus récords.
De nuevo el rey tenía su corona. Lewis batió el récord de los 100 m en la final del Mundial de Tokio, 1991, con 9,86 s. Finalmente se retiró tras los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta, con el increíble botín de 9 medallas de oro olímpicas y una de plata. Entre las 9 medallas de oro son especialmente destacables las 4 consecutivas en longitud (Los Ángeles, Seúl, Barcelona y Atlanta). Sin embargo, curiosamente nunca ostentó el récord de esta disciplina, que pasó de las manos del mítico Bob Beamon a las de Mike Powell.
Carl Lewis es uno de los grandes clásicos del deporte mundial porque marcó el cenit absoluto de la gloriosa década del atletismo mundial. Su zancada elegante con las manos extendidas, aparentemente sin esfuerzo, le hicieron merecedor de su eterno sobrenombre. Dejen paso al “Hijo del viento”.
By Pepe
ÍNDICE del RINCON DE LOS CLASICOS:
Michael Jordan
Diego Armando Maradona
Carl Lewis
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